sábado, 6 de diciembre de 2014




©TRAGANTASAURUS

Presentación

 “¿Quién eres?”, pregunta Hevetia Sophie a su estimado amigo Tragantasaurus. …En medio de su desconcierto, ésta reitera: “-¿De dónde vienes? (…) -¡Entonces es de suponer que tampoco sabes a dónde vas (…)! ¡Despierta! (…).” Le dice.
“El placer desde la inconsciencia te meterá, indefectiblemente, en serios aprietos”. Escasos fueron los diálogos entre Tragantasaurus y Hevetia Sophie. Sin embargo la contundencia de las interrogantes pone en evidencia, por un lado, la cardinalidad existencial de ésta; por el otro, lo que se vislumbrará del comportamiento de su evasivo interlocutor. He allí esta curiosa historia.
 Resulta interesante porque a través de este cuento protagonizada por Tragantasaurus, cuyo nombre, lejos de retrotraernos a momentos pretéritos de la vida en la tierra, muy por el contrario, y desde la inquietud de Hevetia, nos zambulle en temas claves y vigentes. Además, esta historia tiene la ventaja de presentarnos un escenario natural real, cercano, familiar, seductor. Todo lo anterior invita a reflexionar sobre el proyecto de vida diáfano y armónico que a cada criatura humana corresponde. Espacio, tiempo y sobrevivencia van de la mano en un propósito de vida y existencia. Esto sugiere un camino cuyo timón, apuntalado en principios y valores éticos habrá de asimilarse oportuna y convenientemente. Por su parte la conducta de Tragantasaurus nos sumerge en una dimensión kármica, ausencia de moderación en su accionar; muy a pesar que todo lo tuvo en un verdadero paraíso tropical: Karakassana. Ingrato e imprudente, Tragantasaurus, dio espaldas a su Tarea Mayor. ¿Quién podría sustraerse a esta Tarea?

 Queda claro en este interesante relato real-ficticio que el desconocimiento del propósito de vida y existencia; así como el desdén hacia la naturaleza, conduce, infaliblemente, por el sendero de la autodestrucción. Y muy probablemente de forma violenta y prematura. No basta tenerlo todo materialmente hablando. Tragantasaurus, se empalagó con bienes, placeres; y por supuesto, devorado en tal afán. En el caso que nos ocupa, se utiliza un espacio geográfico natural real, representativo de toda la fortuna y cobijo para un privilegiado ser. Un entorno natural de incalculable riqueza y bellezas escénicas, asentado en un estratégico lugar del planeta tierra: el hermoso valle de Karakassana, una delicia paradisíaca; enclavada al pie de la gran montaña Sierra Grande, en cuyas espaldas ruge el misterioso Océano Atlántico y en sus orillas canta el exquisito mar Caribe.
 Así pues, y en el entendido que nos deja la enseñanza de esta refrescante y tropical moraleja, el hombre tiene la inaplazable tarea de asir su propio proyecto de vida cónsono con una existencia armónica; respeto y cuido de su entorno natural. Le impelen razones éticas, filosóficas, ecológicas. La administración eficiente de su tiempo será determinante en este asunto.

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